Mons. Petros Stefánu, Obispo de Syros

Después de 4 años de esfuerzos, el deseo de todos nosotros de fortalecer el trabajo pastoral de nuestra iglesia local con sacerdotes, religiosos y religiosas se hace hoy realidad. Al experimentar la falta de vocaciones, agradecemos a todos aquellos que, respondiendo positivamente a nuestros pedidos, nos ayudan y apoyan en este período difícil que atraviesa nuestra iglesia local. Seguimos orando con fervor para que nuestras comunidades parroquiales lleguen a tal punto de amor y vitalidad de la fe, y las familias cristianas al testimonio de salud moral y de vida evangélica, para que los jóvenes y las jóvenes respondan con generosidad al llamado que el Señor sigue dirigiendo a el sacerdocio y la vida religiosa.

Hoy es un día de fiesta y alegría para nuestra iglesia y espero que también sea un día histórico, para que la nueva comunidad religiosa del Instituto del Verbo Encarnado, que acogemos aquí, en la parroquia de San Sebastián, eche raíces y permanezca mucho tiempo. Todo Syros saluda con alegría y acoge a los dos sacerdotes religiosos, P. Fernando Bravo y P. Sergio Pérez, originarios de Argentina. La presencia de este Instituto religioso en Grecia cumple ya 14 años, inicialmente en Atenas y luego en Tinos donde están desde 2017 y desde hoy también en Syros.

El Padre Fr. Fernando Bravo, además, a partir de hoy, asume oficialmente sus funciones como vicario de la parroquia de Agios Sebastianos. Le deseamos que el Espíritu Santo lo guíe y permanezca constantemente unido a Jesús. El padre Sergios ya ha comenzado las clases de griego y esperamos que pronto pueda asumir responsabilidades pastorales. Deseo que estos dos hermanos míos pongan constantemente en práctica en sus vidas las palabras de Jesús que escuchamos en el pasaje del Evangelio: “Yo soy la vid y mi Padre es el viñador. Permaneced unidos a mí. Sin mí no podéis hacer nada”.

Las palabras de Jesús son impresionantes por su carácter absoluto. “Sin mí no puedes hacer nada”. ¡No dice “haréis un poco”, sino que dice “nada”! Como hizo durante su vida terrena, Jesucristo, el Resucitado, recorre las calles de nuestra vida y nos ve absortos en nuestras actividades, en nuestros deseos y nuestras necesidades, y nos invita a realizar nuestra vida con Él, el único capaz de saciar nuestra sed de esperanza. Nos llama a permanecer unidos a Él, a entregarle nuestra vida, a vivir con Él en profunda intimidad, en comunión con el Padre y con todos nuestros hermanos y hermanas que constituyen la iglesia.

Tres veces repite Jesús en el evangelio “permaneced unidos a mí”. Jesús resucitado nos llama a tener sus palabras en el corazón, a someter nuestra voluntad a la suya, a darle el liderazgo, a ponerlo en primer lugar en todo lo que forma parte de nuestra vida. Debemos avanzar en un camino de conversión, hasta que nuestra vida se identifique con su vida y estemos verdaderamente unidos a él. “Toda vid que no da fruto en mí, (el labrador) la corta, y toda vid que da fruto la limpia, para que dé más fruto”. Realmente necesitamos dejar atrás lo que no da buen fruto, que no es una obra de amor y que vayamos a lo esencial, a lo verdadero.

Como iglesia local, siguiendo a Jesús Resucitado, estamos llamados a hacer este camino, “acompañando” a todos nuestros hermanos, a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere, desde donde nos lo sugiere, conscientes de que juntos navegamos en la misma barca, juntos formamos el Cuerpo de Cristo. Que nuestra fe sea profunda y firme en que Dios nunca abandona a su pueblo, y agradezcámosle con renovada certeza de que escucha nuestra oración cuando sinceramente le pedimos por nuestras necesidades. Amén.

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